Fran en exhibición

En primer lugar tengo que decir que no es de mi interés hablar sobre Francisco Rivera , al cual no he tenido el placer de conocer y que por la referencias que me llegan de algún compañero que sí trata y ha tratado con él, es un buen tipo, centrado, y amante de la práctica del aikido. Ni sobre el anuncio publicitario en el que participa promocionando una marca de automóviles, en el que Fran aparece practicando aikido.

Por supuesto no me parece mal que la marca de automóviles utilice la imagen de Fran Rivera y, tangencialmente, la del aikido. Lo que me molesta, es que ya empiezo a leer opiniones que son absolutamente descabelladas, y por añadidura, bastante arrogantes dentro de nuestro propio mundillo.

El spot todavía no circula por Youtube, pero pronto podremos verlo, seguro.
[youtube width=»350″ height=»275″]http://www.youtube.com/watch?v=Rt7JJU2mroU[/youtube]

El asunto de más enjundia a mi entender, es la nefasta presunción que nos lleva a pensar que el aikido necesita promoción. ¿Pero por qué demonios iba a necesitar promoción el aikido? ¿Puede, por favor, algún lumbreras indicarme, de forma razonada, porqué motivos debemos publicitar el aikido en los medios, o donde carajo sea? Déjenme explicarlo con dos palabras: absolutamente ninguno.

Si te invitan a un programa de radio a hablar sobre aikido, pues muy bien, vas, hablas, y a otra cosa mariposa. ¿Que quieren que hagas una demostración en las fiestas del pueblo? Estupendo, práctica, demostración, discurso, lo que les de la gana. Y de nuevo, a otra cosa.

El aikido existía antes que Seagal, que Rivera y que yo mismo. Y seguirá ahí. Es más, soy de la opinión de que cuanta menos publicidad, mejor.

Este arte marcial que practicamos brilla mucho por fuera, pero si rascas un poco te das cuenta que es como cualquier otra actividad humana y social: intereses, sectarismo, afán de lucro… eso sí, con cordialidad – y ya ni eso, en algunos casos – Por eso, cuantos menos practicantes mejor, menos intereses para los que sólo ven negocio. Ojalá y jamás el aikido se masifique y se comercialize como otros artes marciales, o llegue a encontrarse en la absolutamente abominable situación que vive el yoga, actividad milenaria vendida al mejor postor. Algún día escribiré sobre su situación en el “país de las oportunidades”.

Los que piensen que es necesario que la práctica del aikido sea promovida medianta la publicidad a gran escala en los medios, están en su derecho, pero que no hablen por todos nosotros. Por lo menos quiero dejar claro aquí, que no están hablando por mí.