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Hoy publico un interesantísimo artículo redactado por el capitán del Cuerpo de Infantería de Marina de los EEUU (este sí que lo era de verdad) y afamado budoka occidental Donn F. Draeger. El texto, más allá de mostrar la significación y el espíritu remanente en el sistema kyu – dan de grados, instaurado y transmitido por el maestro Kano Jigoro fundador del Kodokan Judo, evidencia, en mi entender, la tristísima desvirtualización y abandono de los bellos deseos de su fundador (aparte de la erudición de Dragger). Como podrán ver en el desarrollo posterior, los verdaderos objetivos del judo, como budo, se han perdido en la noche de los tiempos desde que aquel se convirtió en una fábrica de dinero y prestigio para las diversas Federaciones nacionales, alentando su chovinismo de manera indecente y sirviendo, con mejores o peores palabras, para desunir más que para unir.
Recelo pues de toda banalización que sufran las artes con un transfondo ético – moral primigenio de tan altas cotas, sean el judo, el karate o el aikido.
La evolución de este bello arte que fue el judo es uno de los motivos por los que siempre me encuentro tan a la defensiva con estos asuntos, porque si bien es cierto que España se ha situado en las más altas cotas internacionales de todas las artes marciales competitivas con mayor implantación en nuestro país: judo, karate y taekwondo, lo ha hecho pagando un precio: no investigar en sus raíces, sus objetios iniciales; algo que es evidente un japonés no necesita buscar demasiado pues está mucho más presente en su sociedad.
De las tres citadas he practicado con intensidad e interés durante años las dos últimas, afortunadamente con maestros interesados en seguir las fuentes originales y no en el cachondeo federo-competitivo en que se han convertido. Y también por ello llegué al aikido. Un lugar donde los maestros interesados en la tradición son la norma y no la excepción. Pero por desgracia detecto un cambio de tendencia. Como procuro no quedarme en una cueva ya que por suerte o por desgracia vivimos en una sociedad y me informo de lo que ocurre a mi alrededor, veo lo que hay… y lo que veo, no me gusta un pelo.
En fin, este es el magnífico artículo, publicado por primera vez en 1970 (ya ha llovido desde entonces) en el «Handbook» de la AAU/USJF. Su versión en inglés la podéis encontrar en la página de Usadojo.
Debido a su extensión voy a dividirlo al menos en dos entradas. Me gustaría también al finalizar la entrega analizar las similitudes entre el artículo que ya publiqué en enero de sensei Tiki Shewan «Los grados en el budo» y la introducción del redactado por Draeger.
Recomiendo también que, si podéis, consigáis un ejemplar del libro «Comprehensive Asian Fighting Arts» cuya portada podéis ver aquí al lado . No lo he encontrado editado en español, así que tendréis que conformaros con él en inglés, si es que no está ya descatalogado.
¿QUÉ SON LOS GRADOS?
El asunto de la integridad en los grados de Judo
por Donn F. Draeger
Editado por Dennis Helm
Parte 1 de 2
CONTEXTO HISTÓRICO
Existe un viejo dicho que representa un resumen de todo lo que es importante acerca de los grados en las artes marciales japonesas (bugei) y las «vías» (budo). Es tan simple como lo siguiente: «El grado sigue al hombre» Este dicho está lleno de significaciones, algunas de las cuales son objeto de este artículo.
A modo de escenario relativo al existente sistema de grados kyu-dan, es importante, en primer lugar, tomar retroceder en la historia al tiempo en que el guerrero japonés gobernaba Japón. Las cuestiones de genealogía y rango en la corte eran importantes para los nobles que tenían, desde las primeras sociedades primitivas, asumida la responsabilidad de administrar el país. Pero estos nobles no tenían capacidad para defender su corte y mucho menos para organizar a todo el país; grupos insubordinados resistieron la organización nacional. Por ello se había creado la necesidad de que guerreros profesionales (bushi) actuasen como la «garras y dientes» de la corte. Importantes familias luchaban por conseguir este honor. Habiéndoseles dado la oportunidad para gobernar Japón, los guerreros finalmente tomaron el control del gobierno y en un principio hicieron un excelente trabajo de estabilización de la nación japonesa.
Al guerrero, sin embargo, no se le permitió compartir fácilmente los rangos de la nobleza. Él fue, a pesar de su orgullo por su patrimonio hereditario, lo que en muchos casos surgió del entorno aristocrático. La pericia profesional en las artes marciales (ryu) fueron establecidos para perpetuar las artes marciales y llegó a ser perfectamente natural para cada una de esas tradiciones establecer sus propios sistemas de grados con el propósito de identificar las habilidades de sus más altos practicantes. La habilidad técnica, siendo la esencia de esos grados, no era la consideración inicial para determinar los rangos. De al menos igual importancia fue la necesidad para el representante de ser una persona madura que hubiese estado altamente identificado con las responsabilidades sociales de la tradición. Dependiendo de la tradición específica, estos sistemas de grados podían estar caracterizados por el uso de dos hasta siete diferentes niveles de grado; para el propósito de este artículo será suficiente considerar el sistema con cuatro niveles.
El «Oku iri» o «Entrada a los secretos» fue la primera credencial. Denotaba al portador como un consumado guerrero exponente y un instructor de la tradición, la que fuera que representase. El «Moku roku» o «Catálogo» era un grado medio, que certificaba a quien lo ostentase como un experimentado luchador e instructor. El altamente cualificado experto y maduro guerrero estaba identificado mediante el «Menkyo» o «Licencia». Pero no era el último nivel, el «Kaiden» o «Todo aprobado» era para el maestro técnico – guerrero.
Jigoro kano, fundador del Kodokan Judo, no intentó aplicar el sistema clásico de grados a su Judo. En lugar de ello desarrolló el sistema Kyu-Dan. Para clasificar su clase «kyu» kano la identificó con sus judokas sin grado (mudansha); para su clase «Dan» lo hizo con sus judokas «graduados» (yudansha).
COMPONENTES Y CONSIDERACIONES EN LOS VERDADEROS GRADOS DE JUDO
Kano tenía muchas cosas específicas en mente cuando instituyó el sistema kyu-dan. Por encima de todo estaba esencialmente interesado en el desarrollo integral del hombre, esto es, en cultura física, mental y moral del hombre. A menos que un exponente del judo realice los esfuerzos suficientes para para alcanzar un desarrollo, manteniendo la armonía de aquellos tres importantes conceptos, el judoka no podría esperar nunca perfeccionarse a sí mismo, ni tampoco avanzar más allá en el sistema de grados de la Kodokan. Kano se refería al proceso de este desarrollo como «El principio de las tres culturas» y basaba los elementos de su sistema de grados en él.
El entrenamiento diario en un día de Kano comienza con la experiencia de un entrenamiento físico sensato. La perfección de uno mismo, en un sentido físico, es posible a través de la dedicación constante al entrenamientos con los métodos de «Randori» o «Ejercicio libre», «Kata» o «Forma preestablecida» y «Shiai» o «Combate». El porcentaje de el tiempo dedicado a cada una de estas facetas era aproximadamente 80:17:3, respectivamente. En realación al «shiai» Kano remarcaba que no era la meta deseada, ni el punto final del entrenamiento del Judo. Era, más bien, sólo uno de los significados del objetivo de la propia perfección. Entrenar Judo para el combate únicamente, o con un especial énfasis en las habilidades de la competición no podía satisfacer «El principio de las Tres culturas». Este principio no puede liderar la perfección de uno mismo, y por tanto no puede ser la única base para avanzar en los grados de judo. Por esto Kano incidió profundamente en el propósito de la humanidad en la Tierra… la contribución al bienestar social de el mundo… haciendo del cuerpo físico sólo la base donde el intelecto va a ser coronado y sobre el que la virtud personal va a ser establecida.
Kano, mantenía que todos los practicantes de Judo debían realizar gran esfuerzo en desarrollar sus mentes, ya que la mente bien entrenada es incapaz de acciones precipitadas o anti-sociales. El desarrollo de la mente, para Kano, se podía conseguir mediante los buenos hábitos en cuanto a pensamiento y juicio como normalmente acumulan los practicantes que practican regularmente ejercicios de técnicas de Judo. Un judoka que entrena correctamente activa su mente y ejercita plenamente su poder de razonamiento, imaginación y observación; esas cualidades son transferibles dentro de las actividades circundantes de nuestra vida cotidiana.
Kano también insiste que el entrenamiento moral debe comenzar con la disciplina propia, esto es, imponerse y mantener voluntariamente unos hábito de vida. El judoka que se entrena correctamente quizás deba aprender en primer lugar a no ser descuidado acerca de sus hábitos de vida; debe consagrarse a unas austeras condiciones de vida, si quiere alcanzar el máximo progreso. Vivir de otro modo en gastar energías, dar pie a la negligencia y a la mediocridad. Lo que nos lleva invariablemente a fallar en seguir el camino de la perfección personal, el objetivo del entrenamiento del judo. Pasiones dañinas como aquellas pretenden disipar la energía de cuerpo y mente, son implicitamente perjudiciales al progreso del judoka. La vida exhuberante sólo resulta en embellecer el exterior, no el hombre interior. Kano estaba más interesado en el aspecto interior del hombre y por lo tanto impulsaba la superación de las adversidades tanto como era posible a través de los métodos de entrenamiento del judo. Las dificultades endurecían la mente del practicante y construían para él un alto umbral de resistencia a la adversidad. Por medio de la aplicación de las disciplinas mental y física del judo prescritas, Kano creía que la virtud morales personales podían ser aprovechadas y el coraje desarrollado. «El cuerpo necesariamente deben ser efectivos en conseguir los objetivos de la vida» escribe Kano. Entrenar en judo desarrolla un sentido del honor en cada judoka cuando mantiene su privilegio de participar en el judo como algo sagrado. Es más, un judoka que entrene correctamente, aprende a actuar acorde con lo que es justo y adecuado y así un sentido de justicia se desarrolla por encima de todo en su mente. El respeto a la verdad sigue al desarrollo del sentido de la justicia. También esencia al progreso de cualquier judoka es la habilidad de aceptar sacrificios propios. El ejercicio de amabilidad y discernimiento en el trato con los demás en un espíritu de cooperación, fue otro objetivo para la madurez del judoka a ojos de Kano. El envoltorio exterior para todo hombre fue visto por Kano en la dignidad de su conducta, ya que la etiqueta es el trampolín del coraje como es mostrado por el hombre maduro.
Continuará…
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Maestro,
un articulo muy interesante, estoy deseando leer la segunda parte.
Y muy acertada la imagen de la pelicula El Ocaso del Samurai, siendo claro ejemplo de lo que se habla en el articulo sobre la diferenciacion de los guerreros entre si. (por los kokus qe ganan, en lugar de su valia guerrera).
Buscando en google, hay tiendas online de libros que ofrecen el mencionado; «Comprehensive Asian Fighting Arts», aunque por desgracia en inglés.
Gracias.