Me gustaría hablar sobre aquellas actitudes que la gente toma durante la práctica, especialmente en el desarrollo de los seminarios, que no ayudan al desarrollo del aikidoka o directamente son una pérdida absoluta de tiempo.
Una de las que primero me llaman la atención es ese huero intento de proceso de comprensión intelectual – visual con el que alguno quiere llegar a la técnica desarrollada por un maestro que en el caso, por ejemplo, de Tamura Shihan lleva la friolera de 50 años o así deslomándose por esos tatamis de Dios.
Durante los cursos es habitual que algún socio eventual en la práctica me pare durante la realización de una técnica porque anda cerca el maestro, y con cerca quiero decir desde un metro a prácticamente toda la extensión del tatami, y, o por señas o hablándome muy bajito, me indica su interés en parar nuestra práctica y mirar como el maestro realiza la técnica con otros. Pues nada a parar, ¿para qué entrenar si puedo estar sentado mirando? Cuando me quiero dar cuenta, una multitud de arrobados practicantes mira con ojos brillantes como se desenvuelve el maestro con algún afortunado que tiene la oportunidad de obtener su enseñanza directa. Una vez satisfecha la curiosidad de mi compañero, lo que puede llevar un minuto o cinco siendo el proceso inversamente proporcional a las ganas de practicar del susodicho, de ello hablaremos en la serie «Técnicas de escaqueo», por fin me vuelve a mirar y después de enjuagarse disimuladamente una lagrimilla de satisfacción, me indica orgulloso: «creo que ya lo he entendido, ataca, ataca». ¿Perdón? (excuse moi, si es del otro lado de los Pirineos) ¿Que lo has entendido? Pues debo ser un inútil total, porque aquí el menda, ni con una presentación de Power Point sería capaz de entender lo que sensei Tamura acaba de realizar.
Ojalá y fuera tan fácil. Pero no. Parafraseando a Chenoa: cuando tú vas, el maestro ya vuelve. Sólo nos queda exprimir al máximo la oportunidad de prácticar, no perder detalle de los momentos en los que nuestra atención debe estar totalmente focalizada, y desde luego, aplicar el mismo criterio si tuviésemos la fortuna de tener unos momentos de atención personal por parte del maestro. No existe abosulutamente nada, salvo contadísimos detalles muy específicos, que podamos aprender o comprender en aikido por mirar a alguien practicar, por muy maestro que sea, sin que nosotros experimentemos la realidad del entrenamiento en su máxima intensidad.
El momento de mirar está muy claramente determinado en las clases y seminarios, pararse durante minutos una y otra vez observando al maestro cuando trata detalles con otros compañeros, que, en algunas ocasiones, nos exceden en años de experiencia es una pérdida de tiempo como dije antes, y el tiempo para el practicante es oro.
También es habitual que muchos de estos, permitidme que los bautice con un extranjerismo pero es que viene al pelo, «stoppers«, necesiten confirmar determinados detalles perdidos durante la propuesta de la técnica que realiza el maestro, por lo que necesitan verificar si el agarre es correcto o el pie adelantado es éste o aquel. Tampoco es una actitud recomendable, si durante la práctica la focalización de tu atención debe estar dirigida a tu oponente (aite), durante la propuesta aquélla debe estar plenamente dirigida al maestro y a lo que está explicando. Si dejas volar la imaginación, como tantas veces sucede, entonces pierdes detalles que entorpecerán el entrenamiento posterior.
El aikido, como otras artes marciales tales como el iaido o el kyudo, exige un desapego intelectual de la técnica. El aikido no se aprende por medio de los ojos , se conoce a través del corazón. El aikido no se enseña, se transmite, i shin den shin.
…la verdadera esencia sólo puede ser transmitida de espíritu a espíritu, de mi alma a tu alma…
T. Deshimaru
Pensar, no voy a pensar. Esto, también es algo en los pensamientos de uno. Simplemente no pienses en absoluto acerca de no pensar.
Poema anónimo.
Mantengamos pues nuestra mente en el estado adecuado, nuestra actitud y posición precisas y nuestro corazon abierto. No tratemos de diseccionar la técnicas de forma científica, dejémoslas en ese estado espiritual en el que nos son legadas y trabajemos duramente para absoberlas y hacerlas nuestras, siempre siguiendo la direcciones que los maestros nos dan.
En cierto modo, si sirve una metáfora, para mí los maestros son brújula y nunca un mapa.
Mañana es la vuelta al cole??
🙂
Sí bonita, ¿Ya te has comprado un estuche nuevo?. Espero que hayáis realizado bien la pretemporada, porque va a ser un comienzo durillo, llevaros una toalla para el sudor.
Qué gran contradicción! Estoy perdida, no se supone que la función de la toalla es impedir al alumno trabajar duramente? Si es así yo me voy a llevar dos o tres, que después del verano no tiene uno ganas de que le metan koshinage..
Je, je, por eso digo lo de la toalla, por lo menos ya que zanganeais en clase todo lo que podéis, disimulad un poquito…