– Entonces, ¿ya te examinas de negro?
– Nooo mamá.
– ¡Pero si te has presentado ya tres veces para marrón!
– Ya te he dicho que son pruebas…
– Pero después del marrón va el negro ¿no?
El día que le dije a mi madre que iba a practicar aikido me dijo «¿el qué?» y acto seguido empezó a fantasear con la idea de ver a su
hija en kimono, con los pulgares enganchados a un lustroso cinturón negro.
Ella cree que para llegar a lo más alto su nena necesita subir cinco escalones – amarillo, naranja, verde, azul y marrón – hasta alcanzar por fin el grado de “arma letal”, y no entiende ni una palabra cuando intento explicarle que hacer aikido no es como subir al primero sino como escalar el Everest.
Por mucho que lo intento no consigo hacerle entender que un cinturón no te da un grado sino que es el grado lo que te da el
derecho a llevar un cinturón, que el aikido es enemigo de la prisa y que el negro no es el final sino otro principio.
Y es que lo bonito del aikido es ver cómo a través de la práctica no sólo se pule la técnica sino que también se moldea el intelecto.
Perdemos poco a poco esa obsesión por alcanzar la cima y aprendemos a disfrutar de un camino que no tiene más fin que encontrar la manera de superar nuestros defectos y vencernos a nosotros mismos.
– Entonces el próximo examen es el de negro ¿no?
… A las madres nunca se las gana.
Que grande PAU, me encanta la entrada.
si vieses la cara que puso mi madre cuando le comente que el
próximo examen que tenia que hacer era para sacarme el
cinturón ROSA, ella me miro durante unos segundos, hubo un
silencio incomodo y me dijo, espero que sea un rosa fuerte que
es lo único que pega a tu faldita negra pedazo de MA—-N.
Saludos.
R.
🙂 🙂 🙂 🙂
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Como me gusta lo que dices y que de acuerdo estoy contigo. El día que te decidas a publicar un libro, sea del tema que sea, el primero que lo comprará seré yo.
Saludos
Es que cuando a una madre se le enciendo el modo «piloto automático» no hay manera de que lo cambien (sobre todo si no entienden de lo que se les habla). Por lo menos tú vas entendiendo ¿eh?
Estupenda entrada como siempre querida amiga Puala