ShoAquí estoy, ya he llegado, frente a frente a la puerta que iniciara mi camino a descubrirme a mí mismo y todos los secretos que guardo dentro y que desconozco. La puerta a mi Aikido.
Hace muchos años inicie un camino que me llevaba inexorablemente a este punto, aun cuando no lo creía posible o cuando me resistía a tan siquiera caminar, me llevaba a este punto. Muchos han pasado por aquí y muchos más pasaran durante mi estacia y posterior a ella. Tengo ante mí la puerta del Shodan, el inicio del todo, como diría Tamura Shihan “SHO es el principio, lo que comienza. El cuerpo ha llegado por fin a intentar responder a las órdenes y a reproducir las formas técnicas. Se comienza a tener una vaga idea de lo que es el Aikido. Hay que practicar o demostrar tan lento como sea necesario, pero con la máxima precisión y exactitud.” Y ese es mi único objetivo ahora mismo, en la sala del 1 kyu, frente a la puerta del Shodan. Difícil.
Mi camino no ha sido normal, tampoco el más extraño (espero), muchos días de entreno, frustración, abandonos (temporales, aunque visto ahora, demasiados) y sobre todo risas, han pasado desde que un lejano verano del 2001 entré preguntando…. “¿Eso del Aikido es aquí?” en lo que yo creí que era un gimnasio cualquiera y se convirtió poco a poco en un Dojo. Muchos años han pasado desde que se me acogió amablemente y se me invito a practicar ese primer día en chándal.
¿Cómo cuantificar toda la ayuda recibida, por mis Sempai y por mi Maestro? ¿Cuántas correcciones, proyecciones e inmovilizaciones realizadas, con mayor o menor pericia? Demasiadas para contarlas, demasiadas para aprender solo a caminar o a moverse y aun así se me hacen pocas. Nunca podre agradecer a todos los que me han guiado y me lo han puesto difícil a partes iguales, a los que han tenido paciencia y con los que la he tenido que tener yo.
Muchos abandonaron por el camino, yo mismo en más de una ocasión, pero con cada retorno siempre me sentí como en casa, tal vez por eso no me sorprende tanto estar aquí. A pesar de la dificultad sé que progresaremos y llegaremos un poco más lejos cada día, porque en esto nunca se va solo, y continuaremos “hasta que el cuerpo aguante” como dice la canción.
Y aquí estamos, predispuestos a llamar para seguir avanzando, aunque todos sabemos que en esto del Aikido, como en el futbol, los de abajo no tienen que llamar a la puerta para entrar, tienen que derribarla para que se escuche. A ello pues, respirad, concentraos, vaciad vuestra mente y recordad, Aikido es irimi y atemi.