(CAP. 17 LIBRO “AIKIDO ESTUDIO COMPLETO” DE TOHEI KOICHI)
1. SEA SINCERO
No sólo en el Aikido, sino cuando esté estudiando cualquier tema, la franqueza es esencial. Algunas personas, debido a su propia experiencia o a conocimientos anteriores, son incapaces de aprender las cosas abiertamente. Estas personas tienen lo que llamamos malos hábitos. Ellas juzgan las cosas únicamente sobre la base de sus propias y estrechas experiencias anteriores y creen que sólo es bueno lo que les gusta y malo lo que no es así. Este no es el camino del progreso.
Digamos que tenemos un vaso lleno de agua. Si tratamos de echar dentro de él más líquido, éste se derramará al exterior y sólo una ínfima parte quedará en el vaso; el resto se perderá. Si, en cambio, vaciamos previamente el vaso, se podrá colocar en é1 bastante cantidad de nuevo líquido. Si su cabeza está atiborrada de esto y aquello, por buenas que sean las cosas nuevas que usted intente aprender, no cabrán en su cabeza. El ser franco y sincero es una buena manera de vaciar su cabeza del contenido inútil anterior. El Aikido es la disciplina que le permitirá hacer grandes progresos al trasladarse de un mundo que da primacía al cuerpo a otro que se centra en el espíritu, de uno que piensa en función de dualidades a otro que piensa en integraciones y de un mundo de lucha a otro de paz. Es como pasar del mundo de las ondas sonoras al supersónico.
Si usted no estudia el Aikido con toda humildad no podrá retenerle y lo perderá indefectiblemente. Algunas personas deciden de una vez por todas y de todo corazón que no volverán a creer las palabras de ninguna otra persona. Quizás creen que si no desconfían de todo el mundo alguien les engañará. Todas las cosas son susceptibles de una interpretación positiva y otra negativa. La sospecha constante indica sólo interpretaciones negativas y la incapacidad de pensar bien aún de las cosas absolutamente positivas. Es también peligroso, sin embargo, el creer todo lo que se oye, porque usted no puede saber hasta dónde puede conducirle semejante credulidad. Aun así, el hombre que está dispuesto a dudar de todo el mundo v de todas las cosas llevará su vida dudando de sí mismo.
Una joven maestra a quien encontré en uno de mis viajes por los Estados Unidos me solicitó le informara acerca del Aikido. Le expliqué la idea del control del espíritu sobre el cuerpo y del brazo imposible de flexionar. Luego la hice tensionar su brazo todo ló posible y se lo flexioné. Ella dijo: «Usted puede flexionar mi brazo porque es fuerte y yo débil». Yo contesté: «muy bien. Ahora no tensione su brazo, sino que piense con todas las fuerzas de su ser que su espíritu está escapando miles de kilómetros hacia delante». Parecía hacer lo sugerido pero todavía conseguí flexionar su brazo. Desde el momento que me hallaba tratando de efectuar una demostración de un hecho, me fue posible flexionarle el brazo, pero la mujer no pensaba como yo le sugería hacerlo. Cuando le reiteré la necesidad de sinceridad en su pensamiento dijo haber sido sincera, pero en muchas otras pruebas repetidas siempre fui capaz de flexionar su brazo.
Ya que continuar intentando explicarle hubiera sido inútil, solicité a otra mujer que se hallaba a nuestro lado que nos ayudara. Primero le solicité tensionara su brazo, lo hizo así y la maestra fue capaz de flexionárselo. A continuación pedí a nuestra nueva asistente que relajara el brazo y enviase su espíritu a miles de kilómetros hacia delante. Luego hice intentar a la maestra flexionar el brazo de su compañera y no lo consiguió. La segunda mujer comentó entonces: «Esto es maravilloso, comprendo exactamente lo que sucede.» La maestra insistió en que no podía flexionar el brazo de su compañera porque esta íntima era más fuerte, aunque en realidad la primera era mucho más corpulenta. Entonces le recordé que había podido flexionar el brazo de su compañera cuando ésta lo tensionó al máximo y me contestó: «Ella me permitió hacerlo deliberadamente». Aunque su compañera lo negó con energía, la maestra insistió en no creerla. No vi sentido en continuar las explicaciones. Si la conversación hubiera sido en japonés podría haber insistido aún pero la pobreza de mi inglés en aquella época me imposibilitaba la tarea.
La Biblia enseña que bienaventurados los que creen. Las personas como la maestra del caso anterior están invitando ellas mismas a la infelicidad. No puedo dejar de preguntarme qué clase de psicología enseña a sus alumnos. Su taza está llena de agua vieja no cabe en ella nada nuevo.
Aunque esta maestra era un caso extremo, ejemplares como estos, en mayor o menor grado, son comunes. Las personas como estas retardan su propio progreso. Las cosas que pensamos y las que sólo sospechamos de ellas son totalmente diferentes, pero algunas personas confunden las dos clases y sólo piensan a través del cristal de colores de su propia naturaleza sospechosa. Si nos quitamos esos cristales coloreados y pensamos directamente, sin concepciones previas, podremos distinguir por nosotros mismos qué es correcto y qué no lo es. Es muy provechoso leer y estudiar mucho, pero también muy tonto retardar el propio progreso al perdernos por los caminos tortuosos de la sospecha. En el Aikido la persona franca y sincera progresa más rápidamente por esas mismas cualidades.
2. PERSEVERANCIA
Si usted comienza algo debe terminarlo. Si lo que está haciendo es sólo para divertirse, está bien el tocar un poquito acá y otro poquito más allá, pero una vez que usted decide que éste es el camino a seguir es malo detenerse a mitad de él. Hacerlo de esta manera sólo prueba una débil fuerza de voluntad. Aunque en algunos casos las condiciones de trabajo u otras limitaciones hacen imposible continuar algo empezado, desde el momento que el Aikido actúa en la vida diaria y puesto que usted siempre dispone de su espíritu y cuerpo, no tiene excusa alguna para abandonar la tarea emprendida.
Cualquiera sea el tema que usted comienza a estudiar, siempre llegará a tropezar con alguna barrera de piedra en el camino. El, simple comenzar algo y abandonarlo de inmediato es completamente distinto de lo que estamos diciendo porque en tales casos la persona nunca pensó avanzar mucho, pero en otros, la iniciación de la tarea se hizo con la firme convicción de llevarla a cabo y solo se abandonó al tropezar con alguna dificultad insalvable. Según el tipo de individuo, algunos abandonan el Aikido al cabo de un mes o dos y otros duran tanto como seis meses. Generalmente, aquel que dura un año lo continuará largo tiempo. Las personas que abandonan el Aikido al cabo de un mes y se quejan y critican lo hacen porque han sido incapaces de comprenderlo con exactitud.
Por grande que sea la campana, si usted apenas la toca sólo podrá dar un sonido leve. Debemos comprender con toda precisión que es la debilidad del golpe y no un defecto de la campana lo que hace pobre el sonido resultante.
Es lo mismo que en el antiguo relato de los ciegos y el elefante. Cada uno, incapaz de juzgar el animal en su totalidad, lo describía de acuerdo con la parte que personalmente examinó. El hombre que tocó la pata lo describió como una columna de gran altura, el que tocó la trompa dijo ser como un largo poste de madera. Individualmente, cada uno de ellos estaba en lo cierto, de acuerdo con su experiencia personal, pero lo dio no se parecía en absoluto a un elefante. A menos que podamos ver el objeto en total; no podremos comprender de qué estamos tratando.
No es fácil investigar cualquiera de estas cosas a fondo, especialmente en el caso del Aikido, que implica estudiar las leyes del Universo y ponerlas en práctica. Debemos hallarnos completamente conscientes del hecho de que el Aikido es algo que continuamos a lo largo de nuestra vida. Mantener fijo el punto UNO del abdomen inferior, relajarse y preservar el Ki positivo son sólo parte de la confortable y placentera actitud vital que más se adecua a las exigencias de la naturaleza. Preservar el espíritu del Aikido es un factor indispensable en el desarrollo de su personalidad, en hacer de usted mismo un magnífico miembro de la sociedad. Continuar así toda la vida es el camino correcto a seguir.
En nuestra propia disciplina tropezaremos también con diversos problemas. Nos hallaremos algo sofocados o hasta cansados de todo. Algunas veces, una persona poco voluntariosa o condescendiente consigo misma abandona el entrenamiento. De hecho, si no nos quejamos o intentamos justificar nuestra propia flojedad, perseverando en el entrenamiento nos sobrepondremos fácilmente a todas estas dificultades. Una vez derribada esta barrera en nuestro camino, nuestra visión se expandirá, las cosas se harán más interesantes y efectuaremos progresos sostenidos. Cuando lleguemos al próximo obstáculo estaremos listos para derribarlo y continuar adelantando. Usted debe considerar cada nuevo obstáculo en su camino de manera optimista, como prueba de haber progresado hasta ese punto tan difícil. Como lo dice un antiguo proverbio, sólo nos aproximamos a la verdadera fe cuando nuestra fe se sobrepone a las dudas reiteradas.
3. DIFERENCIAS EN LAS TÉCNICAS Y MÉTODOS DE ENSEÑANZA
Quiero aprovechar esta oportunidad para responder a los alumnos de Aikido que me preguntan con frecuencia: «¿A quién exactamente debo obedecer? Porque las técnicas y métodos de enseñanza del Aikido varían con cada instructor y desorientan al principiante.» Bañados por el mismo sol y bendecidos por las mismas lluvias, los árboles crecen y progresan diferentemente de acuerdo con sus propias características. Aunque todos seguimos los mismos principios básicos del Aikido, según sea la personalidad del instructor varían los métodos de enseñanza y las técnicas mismas asumen un aspecto ligeramente diferente. Por supuesto, no hablamos aquí de las técnicas que se apartan claramente de los principios fundamentales del Aikido, pero si las técnicas se conforman a estos principios no es necesario considerar extraña esta diferencia entre ellas. El Aikido está compuesto de técnicas que expresan a través de todo el cuerpo humano la naturaleza del Universo. Así como el Universo mismo varía en primavera, verano, otoño e invierno, así algunas de las técnicas del Aikido son suaves como las brisas de primavera y algunas severas como las heladas del otoño. Pueden variar libremente con el lugar y el tiempo. Generalmente, el principiante practica las técnicas más suaves, pero al progresar en el Aikido Y arrollarse su cuerpo, llega al punto en que puede desempeñarse en las más severas.
Consecuentemente, A puede enseñar las técnicas correspondientes a la primavera y B las del otoño; si ambos siguen los principios del Aikido, unas y otras serán correctas. Algunas veces digo: «Vea primero al alumno, luego explique las reglas». Esto es, los métodos de enseñanza varían de acuerdo con la experiencia anterior del alumno, su edad y personalidad. A menudo en el entrenamiento del Aikido tenemos una mezcla de jóvenes y viejos, hombres y mujeres, los ya experimentados y los totalmente nuevos. En estos casos los métodos dependerán del nivel elegido por el instructor para dar el tono general. Así como es posible llegar a la cumbre por muchos senderos distintos, así muchos métodos de explicación pueden llevar a la comprensión de una sola técnica.
Por ejemplo, al explicar el brazo imposible de flexionar, A podría decir: «Concéntrese en que nuestro Ki pasando por el brazo se extienda hasta el fondo del Universo», mientras B, después de explicar la importancia del punto UNO del abdomen inferior y hacer elevar su brazo al alumno, puede decir: «No piense en nada en absoluto». Un instructor dice piense y el otro no piense en absoluto. El sentido común nos dice que ambas direcciones son opuestas y que tanto A como B están engañando al principiante del Aikido. El hecho, sin embargo, es que no existe contradicción alguna, pues tanto A como B actúan correctamente al enviar Ki al exterior o al enseñar a mantener el punto UNO porque ambas son una y la misma cosa. Por esta razón, las técnicas y los métodos de enseñanza varían, pero el principiante basta con que atienda a las francas explicaciones del instructor durante las prácticas. Si el estudiante, presta la debida atención y mantiene su entendimiento despierto, se dará cuenta de si una técnica determinada no se halla de acuerdo con los principios del Aikido. Si no lo está, no debe aprenderla. Los instructores varían en su experiencia y algunas veces comprenden mal las cosas. Más raramente, se tropezará con instructores engreídos o que intentan enseñar su propia clase de Aikido, pero con la práctica el principiante mismo identificará lo que está conforme con los principios del Aikido y lo que no es así.
El aprender la teoría del Aikido no es suficiente. Puesto que usted debe entrenarse repetidamente hasta haber refinado su cuerpo y espíritu, no importa quién sea su instructor; es importante que usted practique todo lo asiduamente que le sea posible. Recuerde: las personas que no hacen otra cosa que criticar el Aikido son generalmente las más lentas en progresar.
4. CLASIFICACIÓN
El Aikido tiene un sistema de clasificación, con el cual puede avanzar todo aquel que practique conscientemente, pero este sistema no existe por esta razón únicamente. Sirve de estimulante al deseo de progresar más allá y de crear un fuerte sentimiento de autoconfianza. No se vea usted arrastrado por el deseo de aumentar de grado por eso mismo. Sería humillante intentar alcanzar un grado para el cual todavía no posee la fortaleza suficiente. Hacerlo no tiene ninguna relación con un auténtico deseo de progreso, es pura vanidad. Últimamente, debido a la difusión del renombre en el mundo entero, algunas personas que enseñan Aikido de imitación y trafican con las graduaciones del Aikido han hecho su aparición en distintos lugares. Estos hombres venden los grados por poco precio, en un intento de adquirir popularidad y atraer a gran número de alumnos. Utilizar los principios del Universo para la adquisición de gloria personal es en este caso particularmente desdichado, puesto que la meta del Aikido es el desarrollo de la personalidad humana. Debemos ser capaces de diferenciar lo verdadero de lo falso observando si el asunto se halla de acuerdo con los principios del Universo.
La personalidad debe mejorar a medida que el sujeto progresa en los grados del Aikido. Mejorar algo en las técnicas sin progresar en la personalidad y su desarrollo va contra los principios del Aikido y no justifica una elevación de grado. Si usted no está satisfecho de su graduación no examine sólo sus técnicas, cerciórese de las fallas de su personalidad y si en la vida diaria efectúa cosas que no están de acuerdo con los principios del Universo. Generalmente el gruñir acerca de la no obtención de un grado superior es signo de inmadurez espiritual.
Si su personalidad y sus técnicas progresan sin que usted lo desee siquiera, los demás reconocerán su valía y será avanzado de grado. Es importante reconocer que si los demás no lo observan y sólo usted se da cuenta de sus progresos, peca de presunción. Aun en el caso de que realmente posea usted la habilidad personal y la fuerza de carácter que justifican su mejoramiento de grado, si éste no se efectúa no tiene importancia porque usted ha refinado su cuerpo y espíritu de acuerdo con los principios del Universo y adquirido verdadera fortaleza. El Universo nos reconoce personalmente y podemos desinteresarnos de que la gente lo, haga o no.
5. SEA AL MISMO TIEMPO ALUMNO E INSTRUCTOR
Finalmente deseo que usted comprenda que al mismo tiempo que usted aprende Aikido está también enseñándolo a otros. Aunque si usted sólo aprende algo a medias, y las cosas realmente delicadas entran por uno de sus oídos y salen por el otro, en el caso del principio del Aikido de unificación del espíritu y el cuerpo, donde basta a veces con una pequeña variación de la técnica empleada, doblar un poco más el cuello o menos según el caso o bien un ligero cambio en la orientación del pulgar pueden hacer que el enemigo, invencible hasta ese momento, caiga derribado. Aunque la diferencia en la inclinación del dedo o el giro del cuello sea de poca importancia, al implicar un cambio en la dirección en que se desplaza el Ki lo hace de gran significación.
Por esta razón, si usted aprende algo y presta atención a los más mínimos detalles de lo practicado, con la idea de correr a casa y enseñar a su hermano o cualquier otra persona lo aprendido en el día, debe atender cuidadosamente y asegurarse de haber comprendido todo con exactitud. Si usted practica siempre con la idea de que algún día tendrá que enseñar lo aprendido, su progreso será aún más rápido. Aunque el Aikido es básicamente aprender las reglas del Universo y cómo ponerlas personalmente en práctica, la mayoría ignoran estas reglas. Si usted es hoy una de ellas, por lo menos el progreso consiste en que un hombre más conoce una regla más y por ello usted se ha convertido en un maestro calificado para enseñarla a otros. Si usted aprende hoy la práctica del brazo imposible de flexionar se halla en situación de explicarlo y enseñarlo a cualquiera. ¡Cuánto mayores serán las calificaciones para enseñar al resto de las personas, una vez que usted se haya disciplinado a sí mismo hasta el punto de poder aplicar las leyes del Universo Si cada persona estudiara con la certeza de que llegará a ser un líder de la sociedad y capaz de dar su contribución a la paz general, el mundo sería tanto mejor y el Aikido se propagaría y crecería mucho más