Sobre la actitud

No busques el enfrentamiento, no busques la forma de «vencer» a tu compañero. Toda actitud que te lleve a sentirte superior a tu pareja en el entrenamiento está fuera de lugar en aikido. Tu trabajo no es desanimar pero tampoco crear falsas expectativas. Tu obligación es construir un ambiente de entrenamiento donde el aprendizaje sea hermoso y donde haya unos límites que explorar. Busca, pues, cual es esa frontera donde tu compañero se sienta retado pero no la sobrepases, sé gentil. Huye de corregir para creerte mejor que el otro, si lo debes hacer corrige con tu cuerpo, marca una dirección, pero no pares el entrenamiento, proporciona la máxima fluidez a tu compañero, especialmente si el otro es un principiante; el aikido es movimiento. Sólo si tu maestro marca el estudio ko tai aplícalo, pero hazlo siempre para ayudar, abandona tu ego o el ejercicio se convertirá en una competición con el otro en lugar de contigo mismo. Ninguno aprenderéis nada de lo que se os pretende enseñar.

Sobre la respiración

Lo que no respira está muerto. Si al ejecutar tu técnica bloqueas la respiración, aquella estará muerta antes de empezar. Ajusta los ritmos respiratorios en un flujo constante, espira cuando ejecutes la técnica así como cuando seas proyectado. Inspira e forma rápida antes de recibir la técnica o cuando estés incorporándote después de la proyección. Probablemente entre una y otra el aire permanecerá en tu pulmones. Toma conciencia plena de como está realizando tu respiración, hacerlo de forma incorrecta es causa de agotamiento prematuro en el entrenamiento. Si en algún momento detectas que estás reteniendo la respiración para realizar una técnica, corrígelo inmediatamente.

Sobre el equilibrio

El peso debe recaer en la base de los dedos, no te apoyes excesivamente sobre los talones a realizar las técnicas. Cuando proyectes o luxes a tu oponente mantén tu centro lo más bajo y centrado entre tus dos pies, la espalda no debe inclinarse en exceso hacia delante o hacia atrás; si sucede, las probabilidades de recibir una contra exitosa se incrementarán notablemente. Cuando inicies o termines una técnica vigila que trazando una línea imaginaria desde la punta de tus dos pies no se crucen una con otra.

Sobre el desplazamiento

Muévete conforme al movimiento de tu oponente, intenta adaptar tu desplazamiento al ataque para cerrar o abrir la distancia adecuadamente. No realices movimientos excesivos, desplázate con la naturalidad del que anda, el movimiento surge de las caderas y los pies no se cruzan. Si al realizar un desplazamiento de combate lo haces de forma excesiva se multiplicarán tus dificultades para responder ante cualquier problema. Actua de forma en que puedes parar o desviarte en cualquier dirección a tu completa discreción.

Sobre la distancia

Cada combate tiene una distancia en la que encontrarás ventaja, debes ser activo en su análisis cuando entrenes. Trata de ser consciente de tus errores al determinar las distancias de cada entrenamiento. En aikido la distancia puede variar ligeramente, pero normalmente será la de tu «burbuja» que puedas visualizar al mantener tu brazos extendidos. Si ejecutas las técnicas fuera de esa distancia todos los demás factores ser verán afectados negativamente. No obstante nada es inamovible y si cuando domines la distancia estándar quieres experimentar con otras, hazlo siempre que te resulte ventajoso.
Cambia de compañero con frecuencia, cada tipología de persona necesita de pequeños ajustes en las distancias, esto enriquecerá tu conocimiento de la técnica.
Cuando trabajes con armas la distancia cobra una especial importancia ya que un error en la misma supondría tu destrucción casi inmedita. No lo olvides y permanece siempre atento a mantener una distancia segura ante el arma de tu oponente. No acortes las distancias llevado por un trabajo apresurado y mecánico, cada técnica es una vida diferente a otra.

Sobre la flexibilidad

En aikido no nesitamos tener una gran flexibilidad, pero tener ninguna o casi ninguna afectará a tu equilibrio y a tu capacidad de reacción. Trabájala como algo importante, no secundario, especialente la flexibilidad de tus caderas y piernas. Si lo haces con persistencia reconocerás mejoras en tu equilibrio y en tu dominio del desplazamiento, tu técnica se perfeccionará y sufrirás menos lesiones. La flexibilidad de tus hombros y muñecas facilitará tu trabajo como uke y te evitará muchos dolores innecesarios.

Sobre la verbalización

No trates de «entender» o de «explicar» de forma verbal la técnica, perderás un tiempo precioso de repetición y además no conseguirás ningún resultado positivo. La comprensión sólo puede provenir de un trabajo y atención duro y constante, no hay atajos. «El aikido se transmite no se enseña» es un viejoadagio que recoge la esencia de la enseñanza. Observar y repetir lo expuesto de la forma más fiel posible durante tu entrenamiento es la obligación del estudiante. Tener tiempo de hablar en el dojo denota un exceso de aliento que debería emplearse en la técnica.

Sobre el hábito

«Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad»
Goebbels
Puede ser verdad lo que dijo ese execrable personaje, sin embargo una técnica repetida mil veces mal no pasará a convertirse en mejor realizada, sino que se convertirá en un hábito que retrasará tu desarrollo mil veces. Este es el resultado de convertir el entrenamiento en una simple danza mecanizada, perderás perspectiva y creerás ser lo que no eres.
No ejecutes la ténica de forma irreflexiva, desarrolla el hábito de la consciencia de tus movimientos. Cuando descubras algún error, sea señalado por el maestro o sea por tus propios medios, catalógalo y trata de no repetirlo, aunque sea a costa de ralentizar los movimiento, trata de sentirte cómodo en cada punto de la aplicación de la técnica – seas uke o tori – y capaz de cancelarla o cambiarla a tu libre disposición. «Apresúrate lentamente» es otro adagio latino que sirve para esta ocasión, no por hacer las cosas más deprisa las estarás haciendo mejor ni aprenderás antes, más bien al contrario.
Por otro lado, no caigas en el error de dar por sentado que se ha creado el hábito del entrenamiento, persevera en él como el primer día, mantén la ilusión de la práctica. El habíto es un plato que gira sobre un bambú: mientras haya interés en mover éste, el platillo se mantendrá indefinidamente, en cuanto dejas de mover el bambú el plato se mantendrá equilibrado durante un tiempo pero más pronto que tarde se caerá y habrá que volver a empezar… aunque es posible que el plato se haya roto en el proceso, no lo olvides y trata de mantener la llama del hábito viva.
Recomiendo un hábito para aquellos estudiantes que dudan sobre su evolución: escribid un diario de vuestro entrenamiento. Reflejad en él de forma honesta cada día vuestras sensaciones acerca del entrenamiento que hayáis realizado; si os ha sido llamada la atención sobre algún aspecto que debáis mejorar, si se os ha felicitado por algún avance, cualquier consejo, cualquier cosa que consideréis oportuna apuntadla…¡descubrireis, seguramente sorprendidos, como vais cambiando en vuestras preocupaciones, cómo las dudas se van trasladando de una asunto a otro según las resolvéis y como vais mejorando día a día sin daros apenas cuenta!