Leer este interesante artículo me ha devuelto a una antigua duda que siempre me ha rondado referente a la realidad que asumimos diariamente en nuestro dojos… ¿De verdad tenemos una diferencia entre el entrenamiento que realizamos cotidianamente con respecto a lo que mostramos en los embu?

Proyeccion Chiba SenseiComo declaración inicial de intenciones: no creo en exceso en los embu de aikido. Básicamente por lo que se está comentando en el artículo de Lee Attey de donde se pueden extraer conclusiones. En aikido lo que se muestra en no es la realidad del entrenamiento o, si lo es, no debería serlo, por lo que, francamente, no veo mucho sentido en ello con la “excusa” de entrenar diferente. Es decir, en otras artes como las koryu budo, quizá puedes mostrar una “fracción” o lo más básico de tu escuela, aunque no deja de ser eso, una fracción, básica pero auténtica del conocimiento, no condicionada al espectador. Sin embargo, en aikido, si haces algo así no sale nada vistoso y escasamente comprensible para el espectador neófito.

Por ejemplo, las demostraciones de los sucesivos doshu o shihan del Hombu son puro kihon, nada que ver con demostraciones mucho más elaboradas coreográficamente hablando de muchos maestros europeos. A ojos del inexperto las demostraciones de kihon pueden parecer sosas y descafeinadas, coreografías ensayadas, que pese a su posible belleza plástica no son consideradas “reales”. Sin embargo, para iniciados, son demostraciones de precisión que esconden un enorme bagaje escondido detrás de toneladas de maquillaje… Pero, claro, los expertos que ya conocen y saben de qué va la vaina no necesitan de todo ello ¿o sí?… ¿a quién van dirigidos estos embu y cual es su objetivo?.

Por otro lado, las demostraciones para el público general que se realizan en occidente y que están en lo más top de esa caja de bombas que es Youtube normalmente exponen un abanico mucho mayor de técnicas, alejadas del kihon, y son todas ellas de probada espectacularidad, plasticidad, elegancia y aparente efectividad… sin embargo, la funcionalidad de las técnicas aplicadas son de dudoso recorrido sin la colaboración activa de uke. ¿Qué nos deja esto ante el “público” en general? Pues ya sabéis… en cualquier caso “los de las falditas se tiran”

Y luego en otro punto están las demostraciones de «aikidos con apellido» como los llamo yo. Aikido Policial, Aikido Real, etcétera… No los entreno así que me circunscribiré al estilo, digamos, «estándar»

Morihei 50 años¿Es el keiko diferente entonces de lo mostrado en los embu? Pues depende, parece que hay determinados dojos donde la marcialidad y la aplicación de diferentes métodos de entrenamiento sí adquiere un sello importante, lo que aleja el entrenamiento diario de una mera práctica dirigida a la exhibición y lo acerca a la superación de problemas técnicos en el confrontación marcial con tu oponente y con tu propio ego. No obstante, no es posible soslayar la realidad contraria. He asistido con estupor y cierto embarazo a seminarios y clases donde lo que se enseñaba mostraba tal distanciamiento de la realidad de la propia naturaleza de los combates – además, de forma plenamente consciente por parte de los practicantes – que me ha escandalizado. Bueno, escandalizado hasta cierto punto, bien es cierto, porque no hay nada escrito sobre piedra; sentar cátedra es de idiotas y no pretendo hacerlo. Cada uno vive el arte del aikido como mejor lo aprecie y le beneficie… Pero, por pura moralidad, no podemos vender determinada forma de entrenamientos como el culmen de la autodefensa, siendo claramente insuficientes para este único cometido, a pesar de obtener quizá otros muchos más valorables para la mayoría de nosotros. Nuestro cuerpo y nuestro espíritu deben ser adiestrados de un modo muy concreto y exigente para que se active la mecanización de la técnica, condición necesaria y clave para que cualquier defensa sea viable. Así pues, siento como una obligación que mis alumnos deban conocer sus limitaciones y sus fortalezas. Y es obligación mía abrir sus ojos ante la tozuda realidad. En primer lugar, como asunto prioritario hay que conocer íntimamente el motivo que les lleva a practicar aikido; en segundo, si les hace felices lo que su entrenamiento les aporta en relación con lo primero y en tercer lugar que limitaciones y qué beneficios obtienen respecto de lo anterior.

Es un hecho indiscutible que el aikido no será el arte marcial ni el sistema de combate más “efectivo”, pero es que como no nos cansamos de repetir hasta la saciedad, tampoco es su objeto de ser. Porque no lo es, a ver si lo entendemos, es un BUDO. ¿Y que es lo que ocurre con esto? Pues que en algunos casos efectivamente estudiamos algunas técnicas sin ninguna duda obsoletas e ineficaces en los tiempos que corren, que los sistemas y deportes de combate desechan precisamente por eso. ¿Es el estudio de estos conceptos un error? A mi juicio no, porque budo es otra cosa diferente a lo que cualquier adolescente escriba en un comentario en Youtube o página web como lo que él pueda considerar necesario o no de aprender. Es algo más profundo, complejo y personal que la mera victoria sobre otro o de sentirse supuestamente seguro en el conocimiento de determinadas técnicas.

Proyeccion 2 Chiba SenseiDe todo eso no hay ninguna duda en mí. Sin embargo, en mi caso personal me muevo – necesito moverme para que todo se engrane en mi cabeza – en la delgada línea roja entre la realidad del combate y la espiritualidad necesaria para la vida en comunidad. Una vez alguien dijo a uno de mis alumnos que practicaba un aikido “antiguo”, pero en el sentido de no haber evolucionado. Un poco en la actitud de “tú no estás en la honda, tío, que no te enteras, contreras, ahora esas movidas “violentas” de agarres fuertes y no fluir con el dedo que señala el camino no se llevan, ahora todo es super cool . Ahora el  atemi es beso y la luxación, caricia… Pues muy bien. Como dije arriba, mi estupidez más que evidente no es tan enconada como para llevarme a creer que poseo la verdad sobre nada. Por otro lado, haber sido golpeado, pateado, luxado y asfixiado desde mi más tierna infancia en posición erguida, decúbito prono y decúbito supino, me da una perspectiva, a mi juicio claro, nada desdeñable sobre lo que puedo esperar o no de un ataque responsable, profesional o simplemente decidido de un agresor y las respuestas necesarias para rechazarlo. Que desde luego no pasan nunca por el beso y la pluma… por mucho que algunos se empeñen. Ojalá y cantando un bolero o componiendo un breve soneto hiciera que alguien me dejara de atacar, pero va a ser que no. Ojo, he dicho rechazar la agresión y esto es lo complicado. Convertir en fosfatina al desafortunado agresor es otro negociado y, en cierto modo, menos complicado.

Así que tomemos muy en serio el keiko y que no sea una sucesión de técnicas vacías de espíritu. Conociendo los mecanismos adecuados y con el entrenamiento necesario y privado en el entorno exclusivo de nuestra escuela, seremos capaces no sólo de mejorar significativamente como seres humanos, como maridos y esposas, como hijos e hijas, como compañeros y compañeras, como hermanos y hermanas, como amigos y amigas, como lo que, en definitiva, somos todos en el 99,9% de los casos el mayor tiempo de nuestra insignificante vida, sino también alcanzar más que suficientes conocimientos de autodefensa y estrategia en el combate que nos permita dirimir de ser necesario enfrentamientos físicos. Eso sí, para esto último no nos bastará con dar un cursillo de fin de semana, ni entrenar de vez en cuando cuando nos apetezca, ni sin sudor, ni sin dolor, ni sin frustración… Nuestro maestro deberá desbrozar nuestro espíritu y fortalecer nuestro cuerpo. Sobre todo, formarnos en primer lugar de forma responsable. Una técnica de aikido aplicada de manera descuidada puede ser tan devastadora como cualquier otra de un sistema de combate de los “peligrosos”, de esos que los mozos y mozas de hoy buscan y aprenden con claras muestras de responsabilidad civil y social (léase la ironía, por favor). Y es que somos humanos; nuestra fisiología, nuestras articulaciones, tienen sus limitaciones en cuanto a como forzarse o resisitir impactos. No hay nada nuevo bajo el sol. Ningún arte, ningún sistema, es “innovador”, ninguno es “revolucionario” muy a pesar de los que sólo buscan lucro. Todo son mixturas de algo previo.

Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha sido extremadamente competente en desarrollar formas de hacerse daño unos a otros de forma organizada. Ocurre que en aikido, como en otros budo sin duda, no esgrimamos una arrogancia que no nos corresponde, se ha trascendido de esa visión. Entendemos que la confrontación, la violencia y la falta de respeto no es la solución a nada sino todo lo contrario. Hay artes para la guerra y artes para la paz, el aikido es de los segundos, lo que no quita para que estudiado correctamente pueda ser empleado de forma contundente. Buenas noticia para todos, no estamos en guerra. Quiero ir al dojo, al sitio donde aprendemos el camino, sentarme en seiza cerrar mis ojos y sentir paz. La paz que me da superar la confrontación pasando a través de su propia naturaleza, no tratando de ocultarla.

ReiComo siempre, al final la decisión de si el aikido “funciona” es nuestra y no de otros. Deberemos valorar nuestro objetivo de forma personal, nada tiene que ver con el entorno ni con lo que opinen los demás, ni con supuestas utilidades o inutilidades. Sólo nosotros, unitaria y personalmente, podemos decidir que es lo que queremos y qué nos aporta en ese sentido. Por supuesto nuestro desarrollo dependerá en gran medida de la forma e intensidad con la que enfoquemos keiko… así que, por favor, tomémoslo en serio y respetemos sus tradiciones, tanto morales como guerreras, y si hacemos un embu que quede claro qué es, para qué sirve y lo que van a opinar sobre lo que hacemos dependiendo de como lo hagamos…

Ah, y si alguien se siente ofendido por alguna opinión desde luego no ha sido mi intención en absoluto, no es más que eso, mi opinión personal. Les puedo recomendar, eso sí, la lectura de este otro artículo de Henry Ellis shihan, alumno de Abe Tadashi Sensei (8 Dan de Judo, 6 Dan de Karate, 6 Dan de Kendo, 6 Dan de Kyudo y 6 Dan de Aikido)… Desde luego no es, digamos, diplomático respecto de sus opiniones hacia donde va determinadas formas de entender aikido. Un tipo duro.