Mushin - Mente Vacía Hace tanto tiempo que no escribo… La verdad es que tampoco existen millones de cosas que decir sobre el aikido, al final todo se circunscribe a las mismas bases y es inevitable ser repetitivo. Sin embargo, a veces, muy de vez en cuando, alguien te pide que escribas sobre algo que has dicho en clase y es un alivio; no hace falta que las musas te visiten, ya las llaman por ti.

Hace un par de semanas, durante una clase, hablé sobre la confianza y a Alex le pareció un interesante tema para que realizara algún apunte escrito sobre ello, así que me pidió que así lo hiciera. Dicho y hecho, total, como no me va nada la marcha…

Bueno pues, según la primera acepción del diccionario de la RAE, confianza significa:

“Esperanza firme que se tiene de alguien o algo”

Sin embargo en las artes marciales es la segunda acepción

“Seguridad que alguien tiene en sí mismo”

sin duda la más explotada por los entrenadores para componer frases grandilocuentes con las que motivar a sus competidores y al ego de éstos. Yo quería hablar de la primera porque, por si no os habíais enterado, el ego es algo poco recomendable si quieres desarrollar los principios básicos del aikido.

Así que en definitiva y resumiendo, lo que vine a decir ese día es que confianza es lo que el alumno debe tener en el maestro y en lo que enseña pues en caso contrario se pervierte todo el proceso de aprendizaje desde su inicio. Sencillo ¿no? Pues no.

Porque cuando propongo una técnica vuestra cabecita está maquinando planes maléficos para conquistar el mundo, urdiendo triquiñuelas con las que martirizar a vuestro compañero aiki-pulpo o triturar vuestro aiki-místico de rigor, en vez de atender con la mente vacía. Sois como unos Bob Esponjas recién salidos del mar, no podéis absorber nada más. Y con la misma mirada que nuestro admirado dibujo animado, añado.

 

¿Confiarías en este menda?

¿Confiarías en este menda?

Ahora bien, podríamos pensar, si fuéramos bienintencionados, no siendo éste el caso, que cuando os ponéis manos a la obra con la técnica sí que trataríais de imitar y ser lo más cercanos a lo que se ha explicado ¿no? Pues tampoco. Apreciados míos, os voy a desvelar un secreto por si alguien no lo ha descubierto por sí mismo todavía: todo aikidoka lleva un gran “yaperoysi” dentro, también conocido como aiki-escéptico. Todos y cada uno de nosotros. Y esto es lo primero que debemos corregir en nuestro entrenamiento, porque continuamente atiendo preguntas varias relacionadas con “pero maestro esto si uke se pone así o asá no sale” o “es que aquí al pasar me puede dar un cate” o “es que uke, que es un cabrón muy rápido, se me escapa al pasar”. En esos casos, después de contar hasta diez, os digo: “a ver, mira, pon el pie acá” o “pasa más para allá” o “levanta la mano asá” y es entonces cuando, redoble de tambores, viene la frase mágica, el abracadabra de los aprendices de aikidoka: “YA-PERO-Y-SI… (ponga aquí lo que quiera)”

Superado el primer momento de “estupor y temblores” (esta va para ti, Iñaki) el segundo de normalización de la tensión arterial, el tercero de represión de los instintos homicidas y el cuarto de desaparición del tic nervioso que renace en mi ojo derecho en estos  casos, contesto, muy seguro de mi mismo, aunque al observador avezado no le pasará desapercibido un cierto matiz histérico en mi voz:  “jajaja, como eres, bribón (las mujeres, en su infinita sabiduría, no preguntan estas gilipo…), anda sigue, sigue, antes de que te estrangule que por ahí va la cosa” abandonado el lugar de los hechos a la mayor velocidad que mi temblor y mi dignidad me permiten. Creo que nunca he podido superar aquel día en el que se me ocurrió preguntar si había alguna duda y alguien me dijo “YA-PERO-Y-SI estás en una cabina de un camión y te sacan una pistola… entonces ¿qué?”.

Cuando recuperé la consciencia, lo primero que me dije fue: “Óscar, mamonazo, esto te pasa por preguntar”.

Mirad, aprender aikido no es una cuestión de vida o muerte, ni una obligación, ni de ser mejor o peor que otro. Es una cuestión de querer ser mejor como ser humano, día tras día, mediante el trabajo sincero, duro, honesto y armonioso con el resto de practicantes. Nunca, jamás, he vendido el aikido como el arte marcial definitiva; bueno, no lo he vendido en absoluto, es una cuestión muy personal, y allá cada cual con lo que piense y haga.

Dejaros de pensar si funciona o no funciona en la calle, si es efectivo o no lo es, si es mejor que tal o cual de las miles de AAMM que existen o no lo es, de establecer rankings, si uke es campéon mundial de yo-que-sé-qué o porta en su bolsillo un arma de destrucción masiva (salvo que se llame Nacho Vidal…¡Ay, lo siento, es que no he podido evitar hacer el chiste!) ,  porque al dojo no se viene a competir sino a desarrollarse. Debéis tener confianza, en lo que enseño, en lo que enseñamos los que creemos que el aikido tiene algo que aportaros como personas y a la sociedad en general, más allá de romper algún hueso a otro ser humano. Dejaros de coñas y aprended donde está el embrague antes de meter la marcha. Confiad en ir paso a paso, cuando llegue el momento, podréis tomar la decisión de cambiar.

He de decir que la confianza funciona en las dos direcciones: para poder enseñar yo también debo confiar en que queréis entender lo que enseño, y el principio de mente vacía y no-ego es aún más trascendente en alguien que tiene la responsabilidad de transmitir un conocimiento. Mi mente suele estar bastante vacía, así que eso que he ganado en mi entrenamiento.

Si no podéis confiar en aquel que os guía en un proceso de aprendizaje, sea el que sea, es que no os encontráis en el lugar o la actividad correcta. Debéis buscar en otro lugar o con otra persona, si es el caso. Recordad que el estudio del aikido es algo optativo. Total, el aikido no sirve… (mis alumnos pueden rellenar la frase, pero si la pongo completa es probable que el que tenga que buscar otra cosa que hacer sea yo)

Y eso es todo, creo, espero haber satisfecho tu interés Alex, y el de todo el que lo haya leído, gracias por tu propuesta. Ansioso estoy de más, si esto sirve de algo. Y disculpad si mato el tono trascendente con un poco de ironía y humor, pero es que soy un cachondo, qué le voy a hacer, y como dijo el maravilloso poeta Gibran Jalil Gibran:

“Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”