muggle aikidoka

Albertol muggle

Después de la visita relámpago al curso de Valladolid impartido por el maestro Tomás Sánchez y algunas de las conversaciones surgidas en él, amén de otros debates en alguna que otra ocasión, acerca de lo idóneo o no de acudir a cursos para los que se presupone que se debe tener un cierto grado de conocimiento se me ocurrió escribir esta entrada.

Ahí estábamos, después de una primera sesión por la mañana, una comida más que satisfactoria y un cafelito para despejarse, hablando entre nosotros. Una compañera y yo mirábamos al tatami buscando al resto de practicantes que, a pesar de tener poca experiencia, se había atrevido a aparecer en un curso para el que se presupone un cierto grado (no olvidemos que nos encontramos en un curso de preparación para 1º y 2º Dan) cuando surgió por primera vez el término muggles para referirse a todo aquel principiante, novatillo y no usuario de Hakama (aunque siempre dentro de la relatividad de estos términos).

En primer lugar voy a explicar lo que es un muggle. El término se refiere a todas aquellas personas no mágicas que se ubican en el universo de novelas (y películas, para los menos lectores) de Harry Potter. Dentro del aikido se nos ocurrió utilizarlo para aquellos practicantes que, a pesar o debido a la experiencia que pudieran poseer, aún se encontraban intentando comprender la magia de este arte, esa que les conduzca a dejar de ser lentos, imprecisos, “rígidos”, amén de otros tantos adjetivos que me puedo aplicar a mi primero (pero no es cuestión de cebarnos).

Bien, explicado el origen de la palabra muggle continuemos por donde íbamos. Nos encontrábamos mirando hacia el tatami cuando se nos ocurrió este término. Ahí estaban, eran unos ocho o nueve muggles, al igual que nosotros, fácilmente distinguibles para todo el mundo al no usar la susodicha falda-pantalón. Nos preguntábamos que sensaciones podían tener los practicantes más veteranos al ver que de pronto se plantaba uno de nosotros ante ellos (kyu) y les saludaba para empezar la práctica. Las conclusiones a las que llegamos fueron que o bien después del saludo al recibir las explicaciones del maestro nos encontraríamos en mitad de un círculo vacío rodeado de practicantes que ya había empezado a entrenar, o bien ante las posibles malas caras que pudiesen ponernos los practicantes de mayor grado que no habían huído con la suficiente celeridad. Resonaba en nuestras cabezas cierta frase que nuestro querido maestro Oscar ya nos ha dicho en más de una ocasión y a la cual, como tantas otras veces, nos cuesta hacer caso “Sois los practicantes de menos nivel los que tenéis que buscar a vuestros sempais, son ellos los que os pueden ayudar, pero hay que buscarlos, no esperar a que vengan a vosotros”.

Pero durante la práctica, a pesar de todo lo descrito anteriormente, que no os voy a mentir pasar, pasa, te encuentras que en general la estampa es muy diferente: personas que se acercan al observar que no les has visto o te dan un toque para que practiques con ellos, mil y una explicaciones sobre detalles de como realizarlo mejor, algunos, incluso, dejan de descansar para ayudar a aquellos menos experimentados. Aunque si he de quedarme con un detalle, sería con el hecho de ver como una pareja de practicantes, a todas luces veteranos, después de vernos a mi compañero y a mí bastante perdidos en una de las técnicas (más concretamente en un koshinage) pararon su entrenamiento, se acercaron y se pusieron a practicar uno con cada uno de nosotros. Por todo esto, tan solo puedo resumir la experiencia con una única palabra: AGRADECIMIENTO, sí, sí, y con mayúsculas, a todos esos grados superiores que nos mostraron tanta comprensión y paciencia, y porqué no también hacer mención a nuestros sempais y al maestro que día a día nos guían en clase y que tenemos tan olvidados en este tipo de situaciones. Sin olvidar que también es una responsabilidad para nosotros el trabajar duro dentro de las posibilidades de cada cual, para en el futuro ser nosotros quienes podamos ayudar.

Por eso, y esto te lo digo de muggle a muggle, hay muchas razones válidas por las que no ir a un curso, falta de dinero, tiempo, etcétera… pero el miedo o la vergüenza no lo son, ya que es una experiencia que acabas disfrutando y… Que es el aikido sino experiencia.