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Dos monjes estaban meditando, cada uno de ellos en una cabaña. El maestro fue a visitarles. Abrió la puerta de la primera cabaña y le preguntó al discípulo cómo estaba. Éste respondió levantando un farolillo encendido delante de su rostro. El maestro le golpeó con su bastón y el monje se deshizo en excusas.

A continuación el maestro fue a ver al segundo discípulo. Abrió la puerta de la segunda cabaña y le preguntó al discípulo cómo estaba. Éste respondió levantando un farolillo encendido delante de su rostro. Encantado, el maestro le felicitó.

Abad Ikkyu

Abad Ikkyu

He estado repasando una de las lecturas que más me han ayudado a comprender la vida y a la que siempre vuelvo cuando entro en crisis. Se trata de “Ikkyu” es un manga sobre la vida alrededor de la figura de un hijo ilegítimo del Emperador de Japón al que internan de pequeño en un monasterio budista para que se convierta en bonzo.

Cuando no es más que un adolescente sumido en un mar de dudas decide abandonar la seguridad del monasterio para hacerse discípulo de un monje mendicante y harapiento que se dedica a ayudar a la gente pobre de Kyoto y que es conocido por ser un gran maestro zen que rechazó el sello de su maestro. Cuando consigue que encontrar el cuchitril donde vive el monje este le dice:

-¿Por qué quieres ser mi discípulo?
-Para aprender zen
-Muy bien, corta leña.
-Calienta agua.
-Hazme la cama
-Dame friegas.

Cada vez que el joven discípulo intentaba practicar el zazen, es decir meditar vaciando la mente, el maestro se lo recriminaba golpeándole y recordándole que tenía muchas tareas y que no había tiempo para practicar zazen. Después de años el maestro enferma y en su lecho de muerte el discípulo le recrimina a su maestro moribundo:

-He desperdiciado mis días a tu lado no he aprendido nada.

-¡Que no has aprendido nada! ¡Si te he enseñado todo lo que sé! Te daría mi sello pero no puedo porque yo rechacé el de mi maestro.

El maestro fallece y el joven bonzo vaga perdido tanto física como espiritualmente, hasta que llega a la puerta de un monasterio famoso por lo severo de su maestro y por lo estricto de su práctica del zen. Es rechazado por los bonzos por su aspecto de vagabundo, pero el maestro le admite al saber el nombre de su antiguo maestro.

La práctica en el monasterio es muy severa, practican zazen con asiduidad y el maestro les golpea y les corrige constantemente gritándoles: ¡Las formas! ¡Las formas!

Primer volumen Ikkyu

Primer volumen Ikkyu

Un día mientras practican el zazen el joven adopta una postura que no es la tantas veces repetida por el maestro, sus compañeros están expectantes preparados para la bronca del maestro. Cuando llega éste golpea a todos menos al joven bonzo repitiendo la cantinela ¡Las formas! ¡Las formas! Dejando a sus compañeros perplejos.

Al poco tiempo el bonzo se ilumina y su maestro le pone el nombre de Ikkyu que significa “un pequeño descanso” y le ofrece el sello pero este lo rechaza alegando que es un simple papel abandona el monasterio y se dedica a vagar trasmitiendo el zen a su manera.

Dos maneras de enseñar para un mismo fin.

Siempre que leo de nuevo “Ikkyu” veo cosas que antes no veía, probad a leer de nuevo el Koan del principio del texto.