Cuando algún alumno me plantea qué va a encontrar si decide asistir a un curso de Roberto Sánchez, dos son las palabras que en primera instancia me surgen para explicárselo: calidad técnica e intensidad.
Así pues, un cinto de escasa experiencia en estos negocios del aikido siempre podrá obtener una intensidad en el trabajo que es muy posible que en otros seminarios no le sea posible tener; del mismo modo, un practicante que empiece a valorar los aspectos técnicos de la práctica encontrará, con total seguridad me atrevo a decir, algún indicio de dónde demonios está ese pequeño cambio de enfoque en su trabajo que le va a permitir, por fin, subir un pequeño peldaño en su evolución técnica.
¿Cómo sabemos que evolucionamos? – nos podemos preguntar. Pues mirad, personalmente pienso – y a lo mejor es una ingenuidad mía – que existe un maravilloso instante en el que después de una explicación técnica o un comentario del maestro te dices a tí mismo: «así que era eso… ¿pero cómo no lo he visto antes, es que estaba ciego?». Y lo más fantástico del asunto es que no importa tu edad, veteranía o valía técnica: en algún momento acabas dándote una palmada en la frente y te quedas embobado, asintiendo distraidamente, meditando sobre lo que acabas de ver y repitiendo en voz baja, casi como un sutra: «tengo que aplicarme en esto, como he sido tan estúpido de no verlo». Eso para mí, marca un antes y un después.
Algunos quizás nunca abandonan su ego lo suficiente como para evolucionar, negándose a reconocer que han estado ciegos alguna vez y permaneciendo por lo tanto en la oscuridad. Pero como se suele decir, eso es otra historia y deberá ser contada en otro momento…
Y digo todo esto, porque en un momento determinado del seminario de Ávila, la sensación de captar la esencia de una idea me impactó – como en la memorable canción de WAX – «Right between the eyes» La verdad es que, para explicarlo coloquialmente, es como cuando todo el mundo se está riendo de un chiste que no has entendido y, de repente, le encuentras la gracia, ¡uf, que desahogo!… Al fin y al cabo lo que dijo Roberto estaba tan lleno de sentido que me maldije por no haberlo comprendido desde un primer instante. Por eso son tan importantes los seminarios: porque estamos cerca de los maestros.
Sin ninguna duda mi contacto con los más altos exponentes del aikido actuales de nuestro grupo (Tamura, Pellerin, Gilbert, etc) son méramente anecdóticos y circunscritos a seminarios en los que soy uno más entre cientos , o decenas según sea el caso, y es por ello que su enseñanza sólo es accesible a través de aquellos que tienen su confianza directa para la transmisión. El maestro Roberto Sánchez es uno de ellos y estando mi domicilio tan cerca de donde imparte clases no puedo por menos de sentirme afortunado de recibir un poquito de la enseñanza del maestro Tamura y un mucho de la que desarrolla personalmente Roberto. Sería un soberano estúpido si no apreciase tal suerte y pusiese todo lo posible de mi parte para aprovecharla al máximo.
Sólo me queda por decir: muchas gracias maestro Roberto por un maravilloso, intenso, técnico y, en algunos momentos, doloroso curso. Muchas gracias a los organizadores, en especial a Galis por su buen hacer, que nos permite de vez en cuando a los pazguatos de Madrid y Alcobendas oxigenarnos con el aire limpio de su bella ciudad, Ávila. Y también muchas gracias a todos los participantes, de Talavera, León, la propia Ávila, por el buen ambiente, no exento de concentración y ansia de aprendizaje del que gozamos el día 20. Y por supuesto no se me debe ni puedo olvidar agradecer sinceramente a los nuevos practicantes de Alcobendas, que dejando a un lado la natural timidez de participar en estos eventos siendo principiantes con muy poca práctica regular, tomaron la apreciable decisión de participar y disfrutar de un día de aikido junto a su humilde instructor. Ese es el camino a seguir para evolucionar.

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