No puedo, bajo ninguna circunstancia, dejar de compartir las sabias palabras que he encontrado en el Libro Décimo de «Bushido, El Camino del Samurai«. El consejo ante el posible desasosiego que os pueda embargar antes de enfrentaros a un acontecimiento extraordinario es el siguiente:
Como no ponerse nervioso
Antes de ocuparos de una situación importante, aplicad saliva en el lobulo de vuestra oreja y a continuación respirad profundamente a través de las ventanas de la nariz. Despues salid. Golpead todo objeto que se cruce en vuestro camino. Este es el secreto.
Asimismo, cuando os sintais mareados, aplicad saliva en el lobulo de vuestra oreja y os recuperareis instantanearnente.Libro Décimo del libro «Bushido, El camino del Samurai» Editado por Paidotribo
Bien… ¿Quién soy yo para comentar estas sabias palabras? Aquí en Madrid solemos decir: «cágate, lorito, con el menda». Espero que antes de un examen no se os ocurra aplicar esta exhortación tan interesante del Sr. Tsunetomo Yamamoto, sobre todo lo de «golpear todo objeto que se cruce en vuestro camino». ¿Y dice Vd. Sr. Yamamoto que ese es el secreto? Con razón nunca me ha gustado la nobleza. Supongo que los soldados imperiales que invadieron China debían estar mogollón de nerviosos cuando entraron en Nankín y, llevando todos los oficiales una copia del dichoso Hagakure en su mochila, decidieron relajarse un poco aplicándose un poco de saliva en la oreja y etcétera.
Yo desde luego me he remojado todo lo que he podido la oreja, porque lo que hicieron en nombre del Emperador y de la gloria samurai estos tipos me ha mareado. Y mucho. Desafortunadamente sigo mareado.
… Pues mareado me he quedado yo también después de leer el episodio de Nankín (que por cierto, desconocía).
A veces me resulta difícil de asimilar la capacidad del ser humano de cometer semejantes atrocidades. Lo de Nankín me ha dejado tan perplejo y revuelto como otros episodios «gloriosos» de la historia de la humanidad: holocausto judío, Hiroshima/Nagasaki, etc.
Sorprendido también me deja que uno de los exponentes del orden y del civismo como es la sociedad japonesa sea el artífice de episodios tan degradantes de la historia. Es increíble que esta sociedad haya desarrollado caminos tan opuestos a la crueldad como es el Aikido; o mejor pensado: no es tan increíble que esta sociedad japonesa haya desarrollado caminos de paz y armonía con el universo, como una necesidad de encontrar una vía de equilibrio y guía ante semejantes atrocidades.
Me ha venido un pensamiento curioso, quizá sea porque no he dormido mucho y mis neuronas todavía alucinan, lo dejo a vuestro criterio: el Aikido, bajo mi pobre entendimiento, es un camino que no se opone, no bloquea; utiliza la energía del que viene hacia ti y la reconduce, de una manera fluida y armónica, hasta convertirla en tu propia energía; el resultado final no es que tu venzas sino que el otro simplemente es vencido. Uno no desarrolla violencia, no la acepta ni la repele, simplemente la reconduce habilmente y la neutraliza generando en todo este proceso un poco menos de caos en el universo y acercándose un paso más a la comunión armónica con este universo.
Si aplicamos esta misma línea argumental, no es extraño que nuestro Maestro Morihei Ueshiba tomase las brutales artes de la guerra y la lucha, las recondujese de una manera fluida y armónica, y las convirtiese grácilmente en el Aikido que hoy conocemos. Tomó una energía, habilmente la aprovechó, la hizo suya; y finalmente avanzó un gran paso hacia la comunión con el todo… Y nosotros tenemos la suerte de estar intentando aprender su camino.
En fin, me voy a poner no un poco de saliba, sino todo un cubito de hielo en el lóbulo de la oreja, porque entre la empanada mental que os acabo de soltar y lo que he leido de Nankín me estoy empezando a dudar de mi cordura y me estoy poniendo muy nervioso.
Supongo que es la oreja derecha, ya que todos los orientales son diestros noooo???
@Iknatius
Pues ya ves Ignacio, lo que son las cosas. Efectivamente la sociedad japonesa es el paradigma del orden y el civismo. Aunque tomando en cuenta que si eras un campesino te podían cortar la cabeza sin problema por cualquier cagada y, además, sin ningún tipo de juicio previo, o, si eras noble, te podían pedir, con toda amabilidad eso sí, que dibujaras una bonita composición en el suelo con tus tripas, es difícil pensar que las cosas socialmente hubieran tomado un cariz diferente que por el que han transcurrido.
Totalmente de acuerdo contigo en que Ueshiba fue capaz de tomar esa barbarie inherente a la sociedad militarista japonesa – lo de Nankin no es más que el corolario de una larga lista de desmanes (infórmate, por ejemplo, sobre la ocupación de Corea del 1592-98) – y reconducirla, como bien dices, a algo bello y mucho más interesante desde el punto de vista social. La japonesa, por suerte o por desgracia, es una sociedad de contrastes extremos. Es lo que es, y por mucha admiración que la tengamos no debemos dejar de ser justos y conocer todo lo malo que han producido. Como todas las culturas y sociedades, naturalmente.
@ Pau
Supongo, la verdad es que el autor podía haber sido más preciso. Lo que ahora pienso es que cuando decimos «te voy a mojar la oreja» ¿qué queremos decir realmente? «¿Te voy a tranquilizar?» ¿Servirá la saliva ajena? No sé, soy un mar de dudas…
Podemos hacer un día un estudio salivándonos las orejas en distintos subgrupos, unos la izda, otros la dcha, unos con su saliva y otros con la de un dondante.. todo sea por la ciencia! y como recompensa por tan delicada tarea, nos ahorramos hacer el Spiderman un par de meses!
Paula, mira bien lo que dices, que tenemos escasez de muchachas y, visto que las tendencias del alumnado, en términos generales, son heterosexuales – exceptuando, naturalmente, a Richar cuya querencia hacia los jovencitos imberbes está ya comprobada – ciertamente existirán conflictos con el tema aplicar salivación en lóbulos ajenos.
Retiro lo dicho! retiro lo dicho!!
jajajaja
Que pena que lo haya retirado porque yo ya estaba salivando, jeje