Kanji KiaiUna norma no escrita entre los aikidokas es que cada uno debe forjarse su propio grito de guerra. Ésta es una tarea harto difícil, pues consiste en lograr que la letra “i” suene poderosa, intimidante.

El aikidoka ha de conseguir que su oponente acabe en el suelo, pero por el hecho de utilizar su fuerza como arma, y no como consecuencia de un ataque de risa debido a un “iiiiiiiii” tímido y sin agallas.

Es una gran verdad que el aikido puede aplicarse a la vida cotidiana, y es que cuando uno consigue soltar su primer “iiiiIIIÍÍ” en público, se libera por fin de las ataduras de la vergüenza.