Fuimos en coche, Sole, Tomás y Yo. A mitad de trayecto paramos cerca de Linares, en un área de descanso que resultó tener un palomar y una cierva encerrada.

No nos hizo falta poner música ya que la conversación era animada. Una vez estábamos llegando al C.A.R. vimos carteles avisando de la necesidad de llevar cadenas. Unos 4 o así…. El caso es que pensamos que no harían falta, parecía muy exagerado pese a la niebla y la nieve que caía. Tomás demostrando prudencia aconsejó que compráramos, pero Sole y yo demostrando valor (si bueno..) decidimos que no eran necesarias.

No había pasado ni 20 minutos de aquella decisión, cuando nos encontrábamos Tomás y yo en mitad de la¿Sierra nevada o Silent Hill?

carretera, andando hacia arriba tratando de llegar al C.A.R. para pedir “ayuda”, ¡como nevaba! Que gratos y horribles recuerdos me trajo aquello de un videojuego llamado Silent Hill.

Algo así, pero sin sangre.

En el C.A.R. no pudieron (o no quisieron) hacer nada por nosotros, una vez volvíamos a por Sole para decirla que tendríamos que bajar a por cadenas o esperar a que terminara la clase y Borja nos ayudase o incluso pedir a los que faltaban por venir que nos las compraran, nos sorprendió ya que había avanzado casi hasta arriba del todo. Su secreto fue, que quito el sistema “ESP” ….

Luego un guardia civil muy amable (el cual caló hondo en Sole) condujo el coche bastantes metros arriba, pero tuvimos que esperar al quitanieves.

Se ve que el conductor de la máquina había quedado, porque más que quitar la nieve del asfalto, pareció que la estaba “peinando”. Aún así pudimos empujar el coche, utilizando el centro por supuesto, y soltamos el coche en un buen sitio. Lo “soltamos” porque no había forma de aparcarlo y ahí no molestaba.

El resultado de la hazaña. Tomás escarchado y poseído.

Tomás poseído

Pusimos sobre aviso al resto para que trajeran cadenas. Luego no les hizo falta, mejor.

Esa noche (viernes) nos quedamos unos cuantos hasta bien entrada la madrugada… hasta regular entrada la madrugada. Incluso el Maestro y yo jugamos un billar de 9 bolas, siendo la 4 lisa nuestra bola 8. Con un solo taco despuntado y sin tiza, al menos la mesa de billar no cojeaba.

Al día siguiente tuvimos la primera clase. Cierto que debería tener la costumbre de mezclarme con más aikidokas y no solo los de mi Dojo, pero teniendo en cuenta que eran trabajos con Bokken, ¿Quién mejor que alguien de la casa para fracturarme sin querer?….

Sole tuvo a bien traducirnos a Sensei Gilbert, junto a un compañero andaluz. Pero eso es otro tema. Aunque yo personalmente agradezco sus traducciones, ya que eran muy interesantes.

Fue una clase muy buena, recuerdo además un momento en el que me quede sin “Uke/Tori” conocido y cuando ya me veía echándome pa´alante para practicar con “el/la aikidoka desconocid@” vi al Maestro devolviendo las armas a su sitio y solo. Rápidamente fui a por él y en ese momento me vino una sensación que me recordaba la imagen de un niño de preescolar que se hace una herida en la rodilla y cuando se piensa que esta solo y desprotegido, se encuentra con la “seño” para su consuelo. Jajaja, espero que no se lo tome a mal ^_^ . ¡Aunque ojo! que luego si que me puse con un montón de gente que no conocía de nada y me lo pase muy bien y aprendí bastantes cosas.

Fue por la tarde, cuando después de jugar un partido de baloncesto con Iván, Félix, Borja, Tomás y Pedro, antes de la clase, vino mi mayor fastidio, me “destrocé” el pie derecho y menos mal que Tomás me dio esparadrapo, si no, no podría haberlo apoyado en lo que quedaba de curso.

El resto de fin de semana, fue igual de bueno, cenamos junto a Sensei Gilbert, la práctica siguió siendo interesante y productiva, se mejoró el clima, no hacia falta cadenas….

Incluso el último día nos hicimos una foto de grupo, menos el Maestro que no estaba, por lo visto el baloncesto también “ayudó” a mejorar su rodilla.

Grupo Shoshinshakai Sierra Nevada

Quien sabe hasta donde llegaremos….