- Parte I – Pa qué te quieres molestar…
- Parte II – Me lo paso por los cajones
- Parte III – ¡Y un cajón! (más)
- Parte IV – De lo que (probablemente) no va a gustar a todo el mundo
Sin querer sentar cátedra y considerando muy probable que incurra en alguna incorrección me lanzaré a la piscina siendo consciente de que probablemente acabe con una brecha abierta, pero ¿quién dijo miedo? Vamos a ver como organizamos un poco este batiburrillo. Por un lado tendríamos lo que denominaremos «Sistemas de Combate» que son exactamente lo que su nombre indica: grupos de técnicas creadas para hacer daño de forma eficiente ya sea en defensa o ataque, sencillas y rápidas de aprender que potencian las actitudes innatas ante las confrontaciones. Normalmente provienen o son utilizadas por cuerpos militares, paramilitares y policiales y por lo tanto cuentan en su entrenamiento con enfrentamientos con armas blancas y armas de fuego tanto cortas como de asalto, en sus vertientes más extremas. Todos podemos imaginar dentro de esta categoría el Krav Maga o el Systema, y en su versión «civil» encontramos muchos métodos adaptados de defensa personal. Sin embargo en estos métodos la competición no existe, es de imaginar que debido a su naturaleza de origen militar donde lo que se perdía era algo más importante de una medalla o el conocimiento. Esto es lo que vendría a ser en las artes marciales orientales, concretamente en los japonesas, los pretéritos Bugei, desarrollados por y para la guerra.
Saltemos a otro cajón. Al igual que si nos dedicamos a cruzar muchas razas de perros durante el debido tiempo, no importa el orden ni por donde empecemos, obtendremos algo muy parecido a un lobo, si nos dedicamos a «cruzar» diferentes estilos dentro de un ring desechando lo que no funciona en unas condiciones de uno-contra-uno en un ambiente «estéril» y controlado, obtendremos algo muy parecido o igual al pankration practicado en las sociedades clásicas (Grecia y Roma para los de ciencias). Así que como descendiente directo del pankration tenemos los que yo denominaría «Sistemas de Lucha», identificados con las actuales MMA, evolucionadas a su vez de los «valetudo» aquellas competiciones abiertas entre diferentes estilos iniciadas a primeros de los 90.
Estos estilos y sus escuetas normas están desarrollados por y para el espectáculo, incorporación de pesos, límites de tiempo, prohibición de determinados golpes en zonas extremadamente peligrosas para la vida, para hacerlo sugerentes a la inversión de las televisiones… Lo que no quita obviamente para que si entrenas a un mozalbete con la determinación de un cocodrilo vigilando ese ñu que pretende vadear el Nara y que, por añadidura, ha demostrado ciertas inquietudes atléticas en el bello arte del dolor a hostia limpia desde su más tierna infancia, y especialmente si el rapaz ya lleva incorporada de serie una capa de músculos que harían palidecer de envidia al propio Hércules, pues que quieren que les diga, habrás construido la máquina de dolor instantáneo lo cual genera pingües beneficios tanto a promotores como a los interesados. Naturalmente la naturaleza tiende a compensar y sueles recibir tanto dolor como el que has proporcionado en algún momento de tu carrera. Obviamente no todo el mundo se dedica a este tipo de sistemas de forma profesional y en el mundo gimnasios han venido a hacerse con una porción de la tarta muy grande allá donde hubiera un cuadrilátero y sacos colgados de los techos.
Otra cajón más, lo que podremos convenir llamar «deportes de combate», con dos sub sectores iniciales, uno relacionado con la evolución de sistemas de lucha occidentales (lucha grecorromana, lucha libre, boxeo) de origen en sociedades clásicas y victorianas y otro con la evolución de sistemas de lucha orientales (judo, ju jutsu – en concreto el brasileño – taekwondo, etcétera) que han sido regulados por estrictas reglamentaciones que favorecen la competición deportiva basada en puntuaciones (aunque también por los denominados Knock out) y que les ha llevado a estar incluidos en algunos casos como deportes olímpicos. Casi todos estos deportes, o artes según se mire, hicieron sus pinitos en aquella apasionantes etapa de confrontaciones entre estilos – que se denominó «vale todo» – algunos de ellos mostrando sobradamente su eficiencia e incluso su superioridad manifiesta sobre otras artes marciales en este tipo de condiciones, antes de que, permítanme llamarla así, la ley del cruce de la que hablé en el anterior párrafo, hizo que aquel que quisiera luchar con garantías de obtener algo más que una conmoción cerebral o algún hueso roto debiera saber un poco de todo. Esto nos lleva a una línea terriblemente difusa entre este cajón y el de los «sistemas de lucha» por la que fluye una corriente continua de practicantes, gran parte de ju jutsu brasileño, en mucha menor medida del judo y salteado de algunos proveniente de otro tipo deportes de combate que quieren probarse a sí mismos en una lucha sin el corsé de las normativas de sus propias federaciones o bien sienten la llamada del dinero, ¿por qué no?, que se mueve cada vez más y de forma desenfrenada en las grandes veladas de MMA / Vale Todo televisadas en prime time por las grandes cadenas nacionales, especialmente en EEUU. Por esto mismo, este cajón es bastante complejo porque también podríamos dividirlo en aquellos deportes que se han profesionalizado, sin necesidad de pasarse a los sistemas de lucha, y son generadores por sí mismos de grandes movimientos de dinero en apuestas y recompensas a los deportistas y los que han permanecido en categoría amateur organizados en federaciones que normalmente sólo generan beneficios para los dirigentes de las mismas. Un ejemplo claro de profesionalización puede ser el boxeo o el thai boxing. Ambos son muestra de en occidente y sudeste asiático de cómo pueden sacar del arroyo a gente humilde y convertirles en acaudalados y respetados campeones en sus respectivos ámbitos, o incluso a nivel mundial. Así que por un lado tenemos deportes de combate de procedencia de oriente y occidente y al mismo tiempo podemos subdividirlos en profesionalizados o amateur (o viceversa) Un ejemplo de cada uno de ellos puede ser lucha libre / grecorromana (occidente / amateur), taekwondo (oriente / amateur), boxeo (occidente / profesional), muay thai / thai boxing (oriente / profesional). Para complicar las cosas un poco más hay deportes de combate como el savate que se desarrolla en occidente siendo de origen oriental o el sumo, deporte hiper tradicionalista que ha tenido que abrir sus puertas a campeones occidentales durante largos años para escarnio de los más reaccionarios de sus aficionados. En fin que más o menos ya saben a qué me refiero ¿no? Si no es así comiencen por el principio, sean tan amables, y sigan hasta llegar aquí tantas veces como crean oportunas.
En el próximo episodio hablaré sobre el último cajón, aquel en el que situo al aikido, mal que le pese a algunos que probablemente lo situarían en algún cajón marcado en tiza como «bullshidos»