This entry is part 3 of 7 in the series Libro Aikido por Tamura Nobuyoshi

Hoy he optado por subir el este capítulo, en lugar del referido al origen y creación del aikido, ya que estos datos se pueden encontrar facilmente en cualquier lugar de la red – aunque como biografía del fundador, que yo conozcatraducida al castellano, la mejor parece ser “Paz Abundante” de J. Stevens.
He preferido centrarme en este capítulo en el que Tamura Sensei a través del estudio etimológico de las palabras que definen la especial relación creada en el binomio alumno – maestro y al propio alumno nos explica que, ante todo, debemos saber que tenemos libertad de elección, todos, alumnos y maestros, para encontrar tanto un guía válido para nuestro camino como un pupilo que asimile nuestros conocimientos y nos acompañe también en nuestro aprendizaje.
Son palabras a tener muy presentes, sobre todo en el comienzo de nuestra andadura ya que nuestra base de trabajo debería fundamentarse en el convencimiento de haber elegido adecuadamente a quien ha de mantener nuestro rumbo durante años. Sé que el lazo que se creaba entre el maestro y el alumno en las escuelas tradicionales es improbable – imposible – que se pueda dar en nuestros días, y menos en la sociedad que nos ha tocado vivir, pero lo que subsiste, sin duda, es la libertad de elegir y la importancia de hacerlo.
Espero que las palabras de Tamura os den que pensar y os ayuden complementariamente en vuestra práctica cotidiana… son palabras de un gran maestro.

Antes de entrar en cuestiones puramente técnicas que cada uno retorne a sus comienzos en Aikido. Haced como si comenzarais hoy con el Aikido.

¿Cuales deben de ser vuestras preocupaciones? Para empezar el buscar al verdadero maestro, después llegar a ser su discípulo. Establecer el lazo entre maestro y discípulo se denomina nyumon. NYU con el sentido de “iri” en irimi: entrar. MO la puerta. Será entonces, atravesar la puerta; ser aceptado, como discípulo (en japonés deshi-iri).

Discípulo se dice: monteí, monka, menjín.

MON: puerta, TEI: joven hermano (que ha atravesado la puerta).
MON-KA: MON: puerta, KA: por debajo (aquel que se mantiene bajo a puerta).
MON-JIN: MON: puerta, JIN: hombre (aquel que ha pasado la puerta).

Os daréis cuenta de que todas estas palabras se refieren a la puerta. “Puerta” significa la puerta de la casa del maestro y por extensión, la puerta del arte, la puerta de la verdad.
Entonces montei, monka, monjin designan a aquel que recibe la enseñanza en la casa del maestro; estas palabras indican también que es el discípulo quien ha ido a casa del maestro y no al contrario.
Decimos además que si queremos recibir la enseñanza, hace falta en primer lugar ir a casa del maestro, llamar a su puerta, esperar que alguien abra, a lo mejor atravesar esta puerta (nyumen), y solamente entonces convertirse en montei, monka, monjin.

¿Qué significa atravesar la puerta (nyumon)? Existe la puerta. Entre la puerta y la casa se encuentran el jardín, un camino, árboles, flores, un espacio. En la casa se suceden el vestíbulo, algunas habitaciones, pasillos, y después el cuarto de estar. Lo que quiere decir que antes de llegar al final, hace falta recorrer un largo camino.
También hay que considerar que la “puerta” puede abrirse o no: esto depende de la voluntad del maestro; incluso con la puerta abierta podéis no tener acceso más que al vestíbulo. El maestro puede decidir que no tenéis las condiciones requeridas y echaros (monzen barai).

Puede que penséis que ésta no es una actitud muy democrática, sin embargo si el discípulo tiene la libertad de escoger al maestro, el maestro no habiendo ido a buscarte tiene también la libertad de elegir discípulo. Sin hacer caso de las mil leguas que pueden separarnos de él, hace falta para empezar buscar a nuestro verdadero maestro. Pasa así en todos los estudios…si os equivocáis con el primer paso, cuanto más avancéis, más difícil os será retroceder el camino andado.

¿Como partir pues a la búsqueda del verdadero maestro?

El primer paso a retener es la personalidad del maestro. Esto es evidente ya que el Aikido actúa sobre el cuerpo y sobre el espíritu. Si el maestro es puro, humilde, alegre, radiante, su enseñanza será el reflejo de su personalidad. No importa que sus técnicas sean brillantes y eficaces, que su manera de explicar sea excelente; porque todo esto en realidad solo vive gracias a las cualidades del corazón.
El segundo punto es encontrar alguien que ya haya “avanzado en el camino”; es decir, alguien que haya practicado durante largos años tanto el aspecto técnico como el espiritual y haya sacado de ellos una gran experiencia.
En tercer lugar este maestro deberá poseer una gran fuerza de enseñanza; deberá ser benévolo, justo, atento, para el mayor beneficio de los alumnos.

Como cuarto punto, y creo que es particularmente importante, es esencial que el hombre se entregue a una búsqueda siempre viva. Este significa que cada día deberá encontrar las fuerzas para volver a comenzar desde 0. Al “gran maestro” que se cree que al serle ya no tiene necesidad de trabajar es mejor evitarlo.
Creo sinceramente que un joven profesor que no es todavía técnica o pedagógicamente perfecto y que por lo tanto no ha completado su experiencia, pero que trabaja y se esfuerza por descubrir, por ir siempre más lejos, es más digno de interés y que es posible el ir con él a lo largo del camino.

Sobre todo no es decidáis porque la sala sea moderna, porque los servicios estén bien instalados, porque el ambiente sea agradable, porque la cotizaciones no sean muy altas, porque no esté lejos de casa, etc.; evitad las facilidades materiales. Porque si es por ellas por las que os guiáis en la vida, le estáis dando a ésta muy poco valor. Hace falta tener la voluntad de ir hasta el final, infatigables, una vez que es hayáis decidido a ir por el camino Aikido, porque si por hastío o por ligereza debéis pararos, más os valdría no haber comenzado.
En los dojos de otras épocas, en Japón, cuando “cruzabais la puerta”(nyumen) sellabais el compromiso con vuestra propia sangre, jurando no traicionar jamás ni al maestro ni al camino. En el Aikikai cuando atravesé la puerta, ya no se juraba sobre la sangre, pero era necesario tener dos padrinos garantes de ti.

Así, se atravesaba la puerta (nyumon) bajo alegres auspicios para comenzar keiko (la práctica). Pero antes de abordar el tema de keiko, quisiera hablar del lugar donde se realiza “keiko”: es decir el dojo.

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